La rinitis alérgica estacional es una patología cada vez más extendida entre la población. Sus orígenes podrían remontarse a 1828, cuando el médico John Bostock designó bajo el nombre de “fiebre de heno” el conjunto de síntomas que padecía al experimentar una rinoconjuntivitis alérgica primaveral.
A lo largo de los años, el número de pacientes ha ido aumentando gradualmente, apareciendo así un gran pico de alérgicos al polen a día de hoy. Y este incremento de afectados se debe principalmente al cambio climático.
¿Por qué este factor aumenta las alergias respiratorias asociadas al polen? Debido al incremento de las temperaturas y de los niveles de CO2 en el aire, la floración y polinización de las plantas se adelanta y tiene una duración más larga, aumentando en consecuencia los meses en que los pacientes son más susceptibles a las reacciones alérgicas.
En España, las enfermedades relacionadas con la alergia se extienden a un 33% de la población y, concretamente en términos de alergia al polen, aproximadamente 8 millones de personas la sufren. Esta cifra concentra números mayores en pacientes que viven en ciudades, ya que las plantas expuestas a la contaminación por gasolina o diésel, desarrollan una proteína más agresiva para el ser humano, provocando una especial incidencia y un mayor efecto nocivo en las personas susceptibles.
Algunas recomendaciones para poder evitar que aparezcan los síntomas de la rinitis alérgica son usar gafas de sol y mascarillas para impedir que el polen entre en contacto con los ojos, nariz y boca; acotar la exposición al aire libre en las horas en que los niveles de polen sean más altos; no dejar las ventanas abiertas y llevar un control de los niveles de polen de tu zona, que puedes conseguir a través de nuestra app Polen Control.
Autora: Dra. María Luisa Tamarit, Licenciada en Medicina y Cirugía (Colegiada en el Col·legi Oficial de Metges de Barcelona, Núm. Col. 22689)